Ser un consultor de cambio inteligente no se trata de saber solamente qué enseñar o cómo entrenar ciertas prácticas o marcos de trabajo. En mi opinión, se trata más de comprender la diferencia entre lo que creemos que los empleados saben, cuanto tiempo necesitan para adaptarse, y lo que realmente funciona para el negocio.
Aquí es donde entra en juego la inteligencia para ayudarnos a comprender las capacidades y habilidades de los individuos. Y eso es crucial si no quieres socavar la salud psicológica de los empleados.
He ayudado a varias empresas que han implementado muchas tecnologías y procesos nuevos. Los utilizan para mejorar su rendimiento y eficiencia, pero no saben cómo combinarlos con una velocidad adecuada de cambio. Muchas veces, parece que algunas organizaciones les están dando un Ferrari a sus empleados cuando tienen dificultades para conducir un Fiat 600.
Los seres humanos y los equipos colectivos tienen su propia velocidad de cambio, y si los presionas para que vayan más rápido, es posible que puedan viajar unos kilómetros y sentir la suave brisa en su cara, pero tarde o temprano, el motor se quemará y solo tendrá la opción de caminar.
No te olvides que los seres humanos no están preparados para la velocidad exponencial del cambio.
Gracias por esucharme,
Erich.